En esta entrada vengo a recuperar un debate emitido a finales de 1996 de la serie “Conversaciones con Isabel Escudero” que desde la UNED se transmitía en el programa La Aventura del Saber en La 2. Por aquel tiempo yo no sabía que existía algo llamado sociología y, desde luego, no habría podido imaginarme que algún día me interesaría por este tipo de debates intelectuales que horadan los principios que parecían más inamovibles de la Ilustración y ponen en jaque al carácter universal que se había concedido al conocimiento más beatificado de la modernidad, esto es, el conocimiento científico.
Antes de que empezaran a germinar en la década de los setenta del pasado siglo los denominados Estudios Sociales de la Ciencia (ESC), era prácticamente inconcebible equiparar o no hacer distinciones esenciales entre el conocimiento especializados de la ciencia y los conocimientos populares e instrumentales de la vida cotidiana. Sobre esto y más nos hablan Emmánuel Lizcano (profesor de Sociología del Conocimiento en la UNED) y Luis Castro Nogueira (profesor de Filosofía y Metodología de las Ciencias Sociales en la UNED) en conversación con Isabel Escudero (poetisa y profesora de didáctica en aquella etapa en la UNED). Ha pasado ya más de tres lústros desde aquel debate, pero ahí se apuntó hacia cuestiones que siguen estando en la cima de los debates intelectuales actuales del pensamiento social como: las controversias entre las teorizaciones modernas y las postmodernas; la ideología como la retórica de la comunicación básica (Geertz), más allá de la deformación atribuida por Marx; el Espacio-Tiempo-Social (ETS); y la siempre compleja dimensión ética, inseparable (si no previa) de la dimensión epistemológica.
Sería inútil ocultar la admiración que tengo por estos dos profesores. Así que no me veré en la necesidad de rebatir cualquier acusación de la ineludible parte reverencial tiene esta entrada. Entre las muchas cosas que he aprendido (y más que me quedan por aprender) de ellos, Lizcano me ha mostrado que existen muchos itinerarios inexplorados a la espera de ser recorridos, itinerarios impensables que ofrecen una de las condiciones más necesarias en el deseo de aprender: aquello tan extraño con un gran potencial para dejarnos sorprender. Por otro lado, he encontrado en él algunas estratagemas para «no humillar la cabeza bajo dominio alguno y, en particular, bajo el ‘tribunal de la razón’». “La Razón” con mayúsculas, aquella que vino a ocupar el lugar de Dios antes de que la ilustrada modernidad comenzara su curso.
Con Luis Castro mantengo la ilusión de su estimulante proyecto de reintroducir en las ciencias sociales un vital y genuino programa naturalista, a través de la tesis del Homo Suandes, que pueda dar mejor cuenta del comportamiento social lejos de los clásicos determinismos de los paradigmas clásicos (el Modelo Estándar (ME) de las ciencias sociales) que hasta ahora no han podido evitar las resistencias que los individuos tienen para dejarse narrar por ellos. El tiempo dedicado a entender la “complejidad suadens, con su intensa producción de heterogéneos entramados, tejidos, envolturas y atmósferas afectivas determinantes de múltiples procesos de subjetivación”, me ha hecho ver en muchos comportamientos de la gente que me rodea en mi día a día, hasta los más simples, el Suadens que todos llevamos en nuestra naturaleza humana. Tengo la convicción de que este proyecto será punto de paso en un futuro no muy lejano no sólo para la sociología, sino para cualquier tipo de estudios transdisciplinares que pretendan dar cuenta del comportamiento humano y las transformaciones culturales.
No quiero terminar esta presentación sin dar las gracias a mi compañero de estudios Víctor Riesgo, ya sociólogo graduado, por haberme hecho saber que existía este vídeo. Una joya, sin duda, para mí, y espero que pueda resultar de gran interés para muchos otros más e invite a la reflexión, a desperezarse mentalmente y rehuir de las creencias de masas prefabricadas y narcotizantes. Se trata, al fin y alcabo, de que realicemos el esfuerzo -y disfrutemos en ello- de cavar por debajo de los discursos etnocentristas imperantes en nuestras sociedades occidentales de consumo, y llegar a la ideología y los mecanismos propios del poder que los sostienen.
Rubén Crespo