Desde hace algún tiempo vengo pensando que no hay que obsesionarse demasiado con leer en abundancia a los clásicos. Si acometemos la larga tarea de leer a todos los clásicos―sobre todo si les damos la definición de clásicos a todos aquellos teóricos que ya no están entre nosotros pero han pasado a engordar los libros de la historia del pensamiento social― entonces, será más que probable que nos perdamos lo que dicen los más actuales. Los clásicos, como tal, se dedicaron a teorizar sobre los problemas sociales de su tiempo. Hoy, los problemas pueden tener diferentes propiedades, o ser totalmente distintos. No significa esto que releer a los clásicos no vaya a tener ninguna labor heurística. Como dice Merton, son muchas las teorizaciones de los clásicos que quedaron borrosas en el curso de la primera investigación. Sólo a partir de las relecturas posteriores con nuevos enfoques permitieron obtener nuevos incrementos que hacían más válida la teoría inicial. Es importante no caer en la trampa de pensar que se hace un «descubrimiento» cuando en realidad podría tratarse de un «redescubrimiento».1 Por supuesto, es necesario conocer las principales ideas que han aportado los clásicos. Pero ―y por eso digo que no hay que obsesionarse― en muchas ocasiones esas ideas principales de los clásicos se pueden aprender leyendo a los más actuales.
Cosa diferente ―puesto que la realidad social tiene multitud de dimensiones con sus respectivos problemas, que además se interrelacionan en muchos casos― es que nos embarquemos en el estudio concreto de un aspecto de la realidad social. Entonces, a partir del agregado de las ideas generales que hayamos ido aprendiendo sobre los clásicos, sí es oportuno volver a leer (releer) aquellas obras de los clásicos en donde trataron en otra época el mismo problema que queremos estudiar en la actualidad.
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Rubén Crespo | 22 de noviembre de 2012
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Nota:
El primer párrafo lo he extraído de una de las conclusiones de la reseña que he realizado del libro Religión sin redención de Luis Martínez Andrade (Taberna Libraria Editores, 2011), que se publicará en los próximos días en dos revistas latinoamericanas (y más adelante en Cisolog también). La reflexión aquí tiene carácter general. En la reseña del libro Religión sin redención, se trata de reflejar lo que sería un excelente ejemplo de conocer algunas de las ideas principales de los clásicos a partir de la lectura de la obra de alguien más actual −y además joven− como Luis Martínez Andrade.
- MERTON, Robert K. 2002. Teoría y Estructura Sociales. Fondo de Cultura Económica. p. 25. [↩]