El pasado año salió publicado en Siglo XXI la versión española de El razonamiento sociológico. El espacio comparativo de las pruebas históricas de Jean-Claude Passeron. La traducción, notas críticas y presentación a la edición española corrió a cargo de José Luis Moreno Pestaña.
Sinopsis:
¿Es la sociología una ciencia? Y si lo es, ¿lo es como las demás? La sociología no puede responder a estas cuestiones apoyándose exclusivamente en sí misma. La comparación entre configuraciones históricas, siempre singulares, que es el fundamento del razonamiento sociológico y garantiza la pertinencia descriptiva de los conceptos tipológicos utilizados en todas las ciencias sociales, no ha podido engendrar nunca la «ciencia experimental de los hechos sociales» que había esperado Durkheim. En este libro fundamental, Jean-Claude Passeron muestra que «el espacio lógico» en el cual la sociología articula sus constataciones empíricas y sus argumentaciones permanece siempre, incluso cuando recurre a métodos cuantitativos o a la formalización, como un espacio de comparación entre pruebas históricas.
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Según nos cuenta José Luis Moreno Pestaña, El razonamiento sociológico de Jean-Claude Passeron no es cuestión de valorar si el libro es mejor o peor que otros. Es importante porque son pocos los teóricos de la filosofía de la ciencia que parecen conocer de verdad qué es investigar en lo concreto: con comparaciones históricas, con observación etnográfica, con argumentación estadística. Para Moreno Pestaña, Passeron reúne esas dos posiciones; y en su opinión, después de leer este libro, no cabe seguir escribiendo sobre epistemología tal y como se escribe normalmente.
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«El razonamiento sociológico está condenado a mezclar la semántica del relato histórico con la gramática del modelo experimental. Es un razonamiento compuesto, mixto, que no puede articular enunciados surgidos de descripciones semánticamente heterogéneas más que un razonamiento natural, cuyos conceptos sólo adquieren fuerza de descripción y de explicación científica más que en una descripción «ideal-típica». No puede haber una formulación plenamente lógica del paso entre un razonamiento formalizado y un razonamiento natural, ya que únicamente es formalizable la coherencia lógica y que, por definición, la relación de un sistema formal a un sistema natural, es decir de una lengua artificial a una lengua natural, no puede definirse en un sistema formal.
El razonamiento natural debe, en las ciencias sociales, componer una cadena de aserciones que no continúan siendo sociológicamente descriptivas si pierden su significación histórica: por tanto los contextos de tales aserciones son heterogéneos. Únicamente pueden ofrecer una presunción. Nunca, en una «presunción» nos enfrentamos con una «conjunción lógica» de la verdad de proposiciones más simples, ya que no se puede, en las aserciones finales de las ciencias sociales, asociar aserciones más que aceptando perder —y cada vez más a medida que la aserción se hace más compleja— en la suma de los poderes explicativos de cada una de ellas. En cada articulación de un razonamiento sociológico complejo se introduce una aproximación semántica porque las pertinencias asertóricas de sus proposiciones son y permanecen heterogéneas. Se añadirán siempre, para enunciar una generalidad tipológica o una regularidad sociológica, constataciones heterogéneas, unas cualitativas o etnográficas, otras surgidas de la comparación histórica y otras que proceden de tablas o series estadísticas y así con el resto. El razonamiento sociológico que monta en una cadena estos elementos de prueba, sirviéndose de la indexación de sus tipos sobre contextos diferentes, es forzosamente un razonamiento lógicamente impuro. El sociólogo, que lo usa más que los investigadores de ciencias sociales particulares, conoce tan bien la impureza lógica de sus razonamientos, que se ha fabricado dos dobles para huir de sí mismo: el metodólogo y el teórico. En un personaje, se invita a liquidarse a sí mismo amonestándose. «Hay que hacer cualquier cosa para alcanzar la impecabilidad de las operaciones lógicas, si no se quiere renunciar a saber de lo que se habla». En el otro, se olvida en majestad: «Heme aquí buscando en un modelo universal, sirviente fiel de una verdad transhistórica sobre el altar del cual no dudaré en inmolar la historia historiadora». Algunos mezclan los dos sueños corriendo detrás de un matrimonio imposible: ¿no se podrá un día, gracias a la labor estadística o al cálculo lógico, fabricar proposiciones que tengan estatuto garantizado de verdad universal? ¿Por lo que podría deducirse todas las estrategias eficaces en todos los escenarios posibles? ¿El ordenador no podría inferirlos en lugar del investigador, procesando gracias a un programa de inteligencia artificial, bancos de datos que sólo tendría que alimentar?»Jean-Claude Passeron, Le raisonnement sociologique, París, Albin Michel, 2006, pp. 162-163.
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A continuación incluyo una reseña realizada por Martínez Hidalgo en Fantas y Mundo (16/03/2012)
Reseña de El razonamiento sociológico de Jean-Claude Passeron
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.Jean-Claude Passeron nos propone una sociología basculadora entre la historia y las ciencias experimentales. Un libro fundamental para comprender la relevancia de la aportación realizada por la Sociología, y por extensión del conjunto de las Ciencias Sociales, a la comprensión de nuestro mundo y nuestra realidad cotidiana.
En estos tiempos de incerteza la sociología se enfrenta a una paradoja de la que le está costando escapar: cuanto más necesaria resulta para la comprensión de lo que está aconteciendo en momentos tan convulsos, menos apoyo y respaldo social encuentra para considerar sus análisis y quizás adoptar sus recomendaciones. La crisis económica y la necesidad perentoria de una salida a sus peores consecuencias, expulsa a las capacidades de comprender los porqués más allá de lo inmediato, de lo inminente y, por consiguiente, de lo artificialmente desconectado respecto a otros factores o causas participantes de la crisis.
Tanta prisa tenemos por salir, que poco parece importarnos el lugar por dónde hacerlo, el precio a pagar por ello, o las perspectivas de futuro del lugar al que accedamos una vez estemos fuera. Aun cuando las respuestas de las Ciencias Sociales nos pudiesen ayudar a salir antes y mejor, las prisas hacen de éstas cuestiones aplazadas para otro momento.
La sociología se reencuentra además, impulsada por su falta de espacio en el debate social, con sus viejos fantasmas y, de entre ellos, quizás con el mayor: el debate epistemológico al que parece volver una y otra vez, donde se discute su rigor científico, el valor de su conocimiento, o la riqueza de su aportación al funcionamiento del mundo. El espacio de debate científico donde se recuperan las antiguas discusiones entre teóricos y empiristas, entre dogmáticos y escépticos, entre realistas e idealistas… sobre cuál es y cómo se desarrolla la mejor y más útil forma de conocimiento social.
En este debate una de las voces más autorizadas es, sin duda, la de Jean-Claude Passeron (Niza, Francia, 1930). Sociólogo y epistemólogo de fuerte influencia Bourdiana y Weberiana, actualmente director de estudios en la École des Hautes Études en Sciences Sociales de París. Por lo que siempre es una alegría saber que se ha editado en España una de sus obras magnas en este campo reflexivo: ‘El razonamiento sociológico. El espacio comparativo de las pruebas históricas’ (Siglo XXI, 2011, disponible en FantasyTienda). Obra donde completa y matiza su pensamiento al respecto, cuya base fue anteriormente explicada y expuesta en otro clásico de la epistemología sociológica, escrito junto con Jean-Claude Chamboredon, ‘El oficio de sociólogo’ (Siglo XXI, 2002).
Un libro fundamental para comprender la relevancia de la portación realizada por la Sociología, y por extensión del conjunto de las Ciencias Sociales, a la comprensión de nuestro mundo y nuestra realidad cotidiana.
En ‘El razonamiento sociológico’ (Siglo XXI, 2011) el primer e importante cambio es proponer una necesaria temperación de las dudas epistemológicas, que la saque definitivamente de su aprehensiva provisionalidad, permitiéndola aceptarse como ciencia de naturaleza distinta a las experimentales y, en consecuencia, con características, requisitos y objetivos diferentes. La cientificidad de la sociología vendría por comprender cuáles son los resultados de una buena sociología y construir, a partir de aquí, una propuesta de criterios para el trabajo sociológico. Un análisis surgido de la revisión de los modelos teóricos a través de los cuáles la sociología llegó en nuestros días a constituirse en una ciencia.
Por ejemplo, la práctica comparatista le permite revisar los fenómenos sociales no a partir de su reproductibilidad –por otro lado imposible pues la sociedad dista mucho de un laboratorio, sino a partir del cambio o la variación analizados a partir de técnicas cuasiexperimentales. Se trata de una forma de conocimiento que no garantiza una comprensión final y profunda de los fenómenos, resultando entonces inherentemente incompleta, pero sí fornece de datos, análisis y conclusiones positivas para la mejor comprensión de las cosas. La buena sociología consigue así mejorar la capacidad de construir una buena teoría e hipótesis plausibles temporal, geográfica e históricamente delimitadas.
El aceptar estas limitaciones supone también otro requisito de la buena sociología. La observación de la realidad social exige aceptar que el lenguaje sociológico tiene una sistematicidad menor que el de las ciencias experimentales: en cuanto resulta incapaz de aprehender completamente toda la información que constituye el contexto histórico en que los fenómenos sociales tienen lugar. De hecho, cuanto más exacto y concreto sea el uso del lenguaje sociológico, menos información contextual/particular/contingente será capaz de recoger. La precisión y la relevancia en la información se mantienen en pugna, a cuyo equilibrio positivo debe tender el uso sociológico de los conceptos.
‘El razonamiento sociológico’ (Siglo XXI, 2011) repasa otros contextos además de la observación de la realidad sociohistórica, como puede ser el trabajo con los textos (cartas, documentos, prensa, libros…). Passeron alerta del fuerte atractivo del texto y de la amenaza de dejar arrastrarse a su interior, de totalizar su mundo como el único existente, y todo lo situado más allá de sus márgenes no existiese o resultase irrelevante. Su recomendación va aquí por una doble vía la de, por un lado, desenmascarar sus significados, extrayendo los marcos de referencia que fijan su coherencia interna, y por el otro, conectar el texto con el sentido común y con la realidad histórica donde se ha producido.
En cierto sentido, llegados a las últimas páginas de ‘El razonamiento sociológico’ (Siglo XXI, 2011), comprobamos cómo Jean-Claude Passeron nos propone una sociología basculadora entre la historia y las ciencias experimentales. Una propuesta que persigue evitar su sobre simplificación como otra perspectiva más dentro del relato histórico, o su sobre complejidad como una ciencia experimental menor e incapaz de alcanzar explicaciones o descripciones completas de la realidad social. Un libro fundamental para comprender la relevancia de la portación realizada por la Sociología, y por extensión del conjunto de las Ciencias Sociales, a la comprensión de nuestro mundo y nuestra realidad cotidiana.
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