En una carta del alumno Marco Aurelio a su maestro Fronto, del 144-145 a.C., prestaba atención a todos los matices de la vida, al estado de ánimo, a la experiencia de sí mismo, en virtud del acto de escribir, en contarle hasta el más mínimo detalle a su mentor:
Saludos, mi más dulce maestro: (…) Al volver, y antes de darme la vuelta para empezar a roncar, cumplo mi tarea y le doy a mi maestro más querido un relato de lo que he hecho durante el día, y aunque pudiera echarlo más de menos, no podría sufrir más por desperdiciar sus enseñanzas, mi dulce vida, mi amor, mi alegría. ¿Cómo está la cosa entre tú y yo? Te quiero y tú estás lejos. (Foucault 2010:65)
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Esta relación amorosa homosexual entre Aurelio y Fronto, entre un joven de veinticuatro años y un hombre de cuarenta, era importante en este período. La homosexualidad clasificada por edad era la forma normativa en la sociedad ateniense, expresada con el término kinados.
Pero en esta fase preliminar de este ensayo, y antes de ocuparme con la idea central de este trabajo, influido tras la lectura del ensayo de Ken Weston “Estudios lésbicos y gays en el ámbito de la antropología” del libro de José Antonio Nieto, Antropología de la sexualidad y diversidad cultural, me gustaría situar al propio término “homosexualidad”. Fue tomado del alemán <<homosexualität>> (Giner 2006:412), y acuñado por psicólogos alemanes, por oposición a heterosexualidad, a finales del siglo XIX, pero aceptado por la comunidad académica y la ciudadanía en general, bien comenzado el siglo XX, y debido fundamentalmente por las dificultades conceptuales que desarrolla la polisemia del propio vocablo. La extensión en el diccionario de la R.A.E1 denomina la palabra homosexualidad como la <<inclinación hacia la relación erótica con individuos del mismo sexo>>. Por lo tanto, puede aludir a relaciones tan diversas como las de amistad, travestismo, transexualidad o pedofilia. Desde aquí nos encontramos con la complejización de la representación de una realidad, que voy a ocuparme sucintamente en las siguientes líneas, y desde varias de las perspectivas, sociológicas, etnográficas, antropológicas y sociobiológicas.
La mayor parte de la población no prestó atención a la existencia de una comunidad gay y lesbiana hasta que no tuvo lugar el incidente Stonewall Inn en la ciudad de New York, en el que oficiales de la policía asaltaron un bar gay en 1969. Esta manifestación libre y espontánea de unos ciudadanos, ha sido considerada como el comienzo del movimiento de los derechos de los gays. La liberación gay tuvo sus raíces en el movimiento homófilo y en la “cultura de bar”.
Además no se debería hablar de homosexualidad, sino de homosexualidades, ya que podríamos observar diversos modelos que se identificarían en cierto sentido, con el concepto de homosexualidad, aunque no se puede hacer un reconocimiento categórico entre cualquiera de ellos: homosexualidad ritual en Melanesia, la pederastia griega, la sodomía en la edad media, el travestismo, etc. (Pichardo 2002:1)
Desde el campo de las ciencias sociales, se ha tratado el tema, por ejemplo, desdela Sociologíade la homosexualidad, que ha estado orientada en dos perspectivas de estudio:
- La de describir y clasificar la etiologías de la homosexualidad, y la de la utilización de métodos y técnicas cualitativas, que han producido numerosos textos que abordan la sexualidad como una categoría social.
- La que se dedica de la problematización de la categoría homosexual y enlaza con las teorías de la desviación, del etiquetado y del construccionismo social.
El posible alcance de la homosexualidad en las sociedades occidentales se dio a conocer por primera vez al publicarse la investigación del biólogo Alfred Kinsey, unos de los pioneros de la investigación sexual humana en Estados Unidos, con su obra El comportamiento sexual en el hombre de 1948. Fue un detallado estudio, con una batería de miles de entrevistas personales, donde llegó a una serie de conclusiones acerca de la homosexualidad. El informe Kinsey describía la homosexualidad como un continuum desde la heterosexualidad exclusiva, hasta la homosexualidad exclusiva (Pacquiao 2000:76).
Mucho más tarde, Kenneth Plummer, en su estudio clásico, discernió en cuatro tipo de homosexualidad dentro de la cultura occidental actual (Giddens 2006:437):
- La homosexualidad ocasional; el encuentro homosexual pasajero.
- Las actividades localizadas; practicas homosexuales que ocurren regularmente pero que no se convierten en la preferencia capital del individuo.
- La homosexualidad personalizada; la homosexualidad como actividad furtiva, oculta a los amigos.
- La homosexualidad como forma de vida; donde las actividades homosexuales forman parte de un estilo de vida específico.
Podemos documentarnos en la extensísima bibliografía existente para localizar los claroscuros y vacíos sobre esta temática, pero se puede ejemplarizar en las siguientes definiciones, que pueden situarnos en la inadecuada adjetivación; hasta 1973, la American Psychriatric Association clasificaba la homosexualidad como un <<desorden mental>>. En el Diccionario de Sociología de Henry P. Fairchild, nos encontramos con esta definición de homosexualidad: <<perversión del deseo sexual que hace a las personas del mismo sexo más atractivas que las del opuesto>> (Fairchild 1944:144). Tras casi setenta años de esta última cita, y conforme gays, lesbianas y bisexuales han ido haciéndose más visibles e integrándose en las sociedades occidentales, han sido foco de atención y se han incorporado a los debates de las ciencias sociales, dejando atrás caducas y añejas acepciones.
Existen algunas teorías que enmarcan el asunto que nos trata, pero sin duda, sobresale la teoría Queer (Queer theory), que sostiene que <<la mayor parte de la explicación sociológica mantiene una inclinación hacia la heterosexualidad, y que se debe prestar más atención a los puntos de vista que no son heterosexuales>> (Macionis 2010:331). El desarrollo de los derechos de los homosexuales han impulsado en gran medida, la aparición de esta teoría, donde se subraya la idoneidad de la desaparición los prejuicios contra los homosexuales, y esto se conseguirá dando la palabra a opiniones no heterosexuales.
Hasta finales de los años sesenta del siglo pasadola Antropologíano comenzó a interesarse en los estudios lésbicos/gays, <<las mismas condiciones sociohistóricas que estimularon el desarrollo del movimiento gay en los Estados Unidos, consiguieron llevar la homosexualidad al centro de la atención académica>> (Nieto 2003:161). En nuestros días, estos estudios en antropología, se singularizan por la irregularidad, y por las disputas en la emergencia de cualquier dominio en las investigaciones. Los estudios lésbicos/gays deben su aparición a una serie de avances intelectuales que prepararon el terreno para su actual expansión, <<la homosexualidad debía convertirse en legítimo objeto de investigación antropológica>> (Nieto 2003:163).
La ambigüedad sexual ha formado siempre parte de la realidad, así, lo que plantea problemas interesantes desde el punto de vista de la antropología, no es su existencia misma, sino su visibilidad social (Juliano 2010:155). Desde finales del siglo XVIII la estrategia al respecto de la homosexualidad fue castigarla, patologizarla, negarla e ignorarla. Sólo en las últimas décadas ha habido un interés firme es observar la homosexualidad, alejándose de cualquier posicionamiento estigmatizador o discriminante.
Desde el origen moderno del estructuralismo de la mano de Foucault, él ya afirmaba que <<la sexualidad es mucho más que un hecho de la naturaleza humana, el lugar del placer y el deseo>> (Carrasco 2006:312), argumentó a favor de la conveniencia de discernir entre la identidad homosexual y el comportamiento homosexual (Nieto 2003:169). Los seres humanos somos en gran medida productos culturales, estamos encuadrados en un contexto histórico que nos determina, pero con márgenes (especie, cuerpo, cultura) de acción, de libertad, de autodeterminación, de autoconstitución, de autorrealización, pero supeditados a fuerzas externas, que desplazan nuestro “yo” a perfiles periféricos, en una dialéctica permanente, entre nuestra cultura y nuestra individualidad. Las influencias ejercidas desde la sociedad, y la capacidad del desarrollo libre del individuo, todas ellas, estimuladas culturalmente, en un contexto complejo y heterogéneo.
En toda sociedad, los individuos diferirán en cuanto a naturaleza, ámbito e intensidad de sus intereses e impulsos sexuales. <<Nadie sabe a ciencia cierta por qué existen tales diferencias sexuales individuales>> (Kottak 2006:229), jugando un papel fundamental la cultura en todo el moldeado de esos impulsos a una normativa colectiva, variando éstas de una cultura a otra.
<<La homosexualidad es intercultural y universal, se encuentra en todas las sociedades humanas, con una frecuencia del 3% en los hombres y el 2% en las mujeres>> (Barash 2010:17). Los hombres gay de Samoa, conocidos como fa´afafine, no se reproducen, pero están totalmente aceptados en su sociedad en general, y en especial en su familia, con un comportamiento mucho más activo que sus pares heterosexuales. A diferencia de la experiencia de gays y lesbianas en la mayoría del mundo industrializado, los fa´afafine están totalmente integrados en la sociedad samoana y no son discriminados. <<La experiencia de ser gay o lesbiana puede ser muy diferente dependiendo del grupo étnico al que se pertenezca>> (Macionis 2010:331).
Actualmente las presentaciones etnográficas del comportamiento y de la identidad homosexual comprenden desde la amistad erótica en Lesotho (África), hasta los relatos de machistas nicaragüenses, los cuales tienen relaciones homosexuales, pero no se consideran como tal. Igualmente encontramos estudios sobre las relaciones sexuales entre mineros en el África meridional, el matrimonio de muchachos de Azande en el centro-norte de África, las relaciones butch/femme entre lesbianas en los Estados Unidos, los estudios de algunos grupos de Melanesia (Oceanía), que han considerado el semen como una sustancia curativa y fortalecedora, donde los varones pueden adquirirla en sexo oral o anal.
Pero esos mismos estudios etnográficos, muestran en ocasiones, una excesiva dependencia de conceptos tales como socialización y rol de género que algunos autores apuntan como <<desfasados>> (Nieto 2003:175). Unni Wikan se refiere a los xanith de Omán, sociedad islámica de la península de Arabia y Will Roscoe en su libro The Zuni Man-Woman a los Zuni Ihamana (Nativos Americanos), como el <<tercer género>> (Aldrich 2001:563). En América del norte, este género alternativo o tercero se denomina berdache o más recientemente, <<de espíritu dual, según la denominación preferida por los nativos>> (Barfield 2001:314). Mientras algunos etnógrafos estaban investigando la posibilidad de géneros múltiples, otros empezaron a desarrollar estudios más específicos de la dicotomía entre Varón y Mujer.
Para la mayoría de los estudiosos es axiomático que el comportamiento genérico es configurado por fuerzas históricas, por lo tanto, alejado de cuestiones biológicas. Aunque existen estudios del género en la aplicación de modelos Sociobiológicos que tratan de reconocer diferencias de comportamientos innatas que configuran el estilo y forma de la conducta sexual, y estudios que apuntan como posibilidad la existencia de un gen homosexual: <<el gen en si mismo no sería homosexual, pero podría causar la homosexualidad en el fenotipo>> (Suárez 2004).
La OMSdefine sexualidad como el resultado de la interacción de factores biológicos, psicológicos, socioeconómicos, culturales, éticos, religiosos y espirituales. La sexualidad contemporánea ha roto sus lazos históricos con la reproducción y ha impulsado a una gran variedad de practicas del sexo (Macionis 2010:332) Como apunta Giddens, en su libro The transformation of intimacy (1992): <<los nuevos tiempos pueden dar lugar a una creciente democratización de las relaciones personales, pero también en una guerra de géneros que enfrenta a los hombres y a las mujeres>>. Habrá que estar atento, y en nuestro futuro papel de científicos sociales, observar las nuevas manifestaciones que aquí se produzcan, y en la redefinición de la homosexualidad como un constructor cultural.
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Tomás Javier Prieto González 20 de marzo 2011 Texto del trabajo académico realizado en grado de Sociología (UNED), en la asignatura: Antropología Social, durante el Curso 2010/2011. Centro Asociado deLa Laguna, Tenerife..
Bibliografía
- Aldrich R., Wotherspoon G. (2001): Who´s who in gay & lesbian history. Routledge. UK
- Barash, D.P. (2010): “Redes para la ciencia”. Nobel Audiovisual. Barcelona
- Barfield, T. (2001): Diccionario de Antropología. Edicions Bellaterra. Barcelona
- Carrasco, A. (2006): “Género y humanismo” (Págs. 308-335). Centro de Estudios públicos. (Nº 103, 2006). Chile
- Fairchild, H. P. (2010): Diccionario de Sociología. Fondo de Cultura Económica. México
- Foucault, M. (2010): Tecnologías del yo. Y otros textos afines. Paidos. Barcelona
- Giddens, A. (2009): Sociología. Alianza Editorial. Madrid
- Giner S., Lamo de Espinosa E. (2006): Diccionario de Sociología. Alianza Editorial. Madrid
- Juliano, D. (2010): “El cuerpo fluido. Una visión desdela Antropología” (Págs. 149-160).
- Quaderns de Psicología (Vol.12, Nº 2, 2010). Barcelona
- Kottak, C. P. (2006): Antropología cultural. Mc Graw Hill. Madrid
- Macionis, J. J., Plumier, Ken (2010): Sociología. Pearson Prentice Hall. Madrid
- Nieto J. A. (2003): Antropología de la sexualidad y diversidad cultural. Talasa Ediciones. Madrid
- Pacquio, D., Carney, M. (2000): “La cultura de la homosexualidad: lecciones desde los ritos de
- pasaje” (págs.75-86). Cultura de los cuidados (Nº 7 y 9, 1º y 2º semestre 2000). Valencia
- Pichardo J.I. (2002): “Identidad, cuerpo, exclusión y Gays”. www.aibr.org/antropologia/boant/articulos/ABR0202.html, El Rincón del Antropólogo, (18-03-2011).
- Suárez, I. (2004): “El debate dela Sociobiología” (Nº 1, junio de 2004). http://www.realidadyficcion.es/Revista_Lindaraja/ismael_suarez/sociobiolog%C3%ADa.htm (29-03-2011). Revista Lindaraja. Granada
1 comentario
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