Gracias a Leandro Sequeiros (el autor) y la revista digital TENDENCIAS 21 (la fuente original), publicamos hoy un extenso artículo sobre las grandes aportaciones de Thomas Samuel Kuhn, sobre todo aquellas que fluyeron de su libro más conocido, La Estructura de las Revoluciones Científicas, que significaron un giro importante en el panorama de la filosofía de la ciencia, del conocimiento, y —como su autor indica— muchas de las concepciones religiosas que están cambiando pueden ser analizadas desde una epistemología que tiene sus raíces en este libro.
Las propuestas de Thomas S. Kuhn siguen vivas después de medio siglo
Hace medio siglo, en 1962, se publicó un pequeño libro que ha dado mucho que hablar en todos los ámbitos del conocimiento humano: “La Estructura de las Revoluciones Científicas”. Su autor, Thomas Samuel Kuhn, un físico que se pasó a la Historia de las Ciencias, sigue siendo debatido. Su contenido no deja indiferente. Incluso, su epistemología está presente en algunos estudiosos de las religiones. Los conceptos de “ciencia normal”, “revolución científica”, “paradigma”, “comunidad científica” y otros han pasado al patrimonio de la epistemología. ¿Han muerto las ideas de Kuhn? ¿Siguen vivas en el siglo XXI? Por Leandro Sequeiros.
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En 1962 se publicó un libro pequeño de tamaño, con pretensiones de ensayo filosófico, que ha hecho mucho ruido en el mundo científico, filosófico y teológico. Se trata de La Estructura de las Revoluciones Científicas. Su autor, Thomas Samuel Kuhn, poco conocido hasta entonces, fue un físico que empezó a derivar hacia la Historia de la Ciencia. ¿Qué queda de las propuestas de Kuhn medio siglo después? ¿Qué impacto ha tenido en las tendencias de las religiones ?
Desde la revista digital, Tendencias21, estamos descubriendo que si se mira hacia el futuro, se está modificando el paradigma de nuestro mundo. Y necesariamente, debe cambiar el paradigma de las religiones. Es la tesis que el profesor Javier Monserrat propone a debate:
En nuestra opinión, una de las tareas más importantes que tiene pendiente todavía el mundo cristiano es entender y proclamar su kerigma teológico de acuerdo con la idea que hoy tenemos del mundo real. Idea que no es trivial porque el mundo real creado por Dios no es el mundo conocido en otras épocas, sino el mundo que hoy conocemos, entre otras cosas, tras el ingente y serio proceso de investigación en la ciencia moderna. La ontología del universo es así la “forma de ser real” del universo creado por Dios. Por ello, la obra del Dios de la Creación –tal como hoy la podemos conocer– es el punto de partida para entender cuál es el plan divino que, para los creyentes, se ha manifestado en lo que hemos llamado la Voz del Dios de la Revelación. La obra de Dios en la Creación es el punto de apoyo fundamental para saber cómo debemos proclamar hoy ante el mundo el kerigma cristiano. En este artículo (en dos partes, I y II) quiero referirme sólo a algunos aspectos concretos de la ontología antigua (la que debería ser superada) para compararlos con la ontología real del mundo que hoy nos descubre la ciencia moderna. Hay quienes piensan que ciertos contenidos del kerigma cristiano (o de la dogmática cristiana) sólo pueden ser entendidos desde el paradigma antiguo. En otras palabras: que la imagen moderna de la realidad no es compatible con ciertos contenidos de la dogmática cristiana (por ejemplo, con lo que hasta el momento se ha entendido por “alma” en el mundo cristiano). Sin embargo, debemos decir que no es así, y debemos razonarlo.
Muchas de las concepciones religiosas que están cambiando pueden ser analizadas desde una epistemología que tiene sus raíces en La Estructura de las Revoluciones Científicas de Thomas Samuel Kuhn.
Thomas S. Kuhn (1922-1996)
Thomas Samuel Kuhn nació en el año 1922 en la ciudad de Cinccinnati (USA). Primero estudió Ciencias Física en la prestigiosa Universidad de Harvard. En el año 1947 defiende su tesis de doctorado en Física. En esa época, queda fascinado por la historia de la astronomía y decide abandonar la investigación empírica para dedicarse a la historia y filosofía de la ciencia.
Casi toda su vida universitaria la realiza como profesor en Princeton. Con 57 años, en 1979, obtiene una plaza de profesor de Filosofía en el Instituto Tecnológico de Massachusset. En el año 1991 se realiza su jubilación académica. Fumador empedernido, y aquejado de cáncer, fallece el 17 junio 1996 en su casa de Cambridge (Massachusset). Con ocasión de su fallecimiento, la prensa se hizo eco de ese acontecimiento (J. Mosterín (1996), “Las revoluciones científicas”. El País, septiembre de 1996; L. Sequeiros, (1996) La última lección de Thomas S. Kuhn, Enseñanza de las Ciencias de la Tierra, AEPECT, 4(1), 79-80).
El concepto que siempre defendió de lo que es la filosofía de la ciencia fue polémico en una época en que las ideas de Popper eran incuestionables. Para Kuhn, la filosofía de la ciencia es, básicamente, la reflexión filosófica sobre la construcción, la reelaboración, la sustitución y la reconstrucción de las teorías científicas. Proceso que -en su opinión -no siempre sigue el camino ortodoxo de la lógica.
El enfoque de toda la obra escrita de Thomas S. Kuhn es histórico-sociológico. Kuhn analiza desde las ciencias de la naturaleza el desarrollo histórico real de las grandes concepciones del mundo. Para ello, confiere gran importancia al comportamiento de los científicos. Le interesa desentrañar el carácter humano (y por ello, pefectible) de cualquier elaboración de la ciencia. En concreto, a Kuhn le interesa mostrar cómo los científicos (o mejor, las comunidades científicas) elaboran, difunden, utilizan, aplican, aceptan o rechazan las diversas teorías de las ciencias.
La obra escrita de Thomas S. Kuhn
No son muchas las obras de Kuhn. De ellas destacamos, por orden cronológico: The Copernican Revolution. Planetary Astronomy in Development of Western Thought, publicada en 1957 (en español, sin embargo, se simplificó el título: 1978, La revolución copernicana, Ariel, Barcelona). Esta es su primera incursión crítica en la historia de las ciencias a partir del desarrollo de las imágenes del universo, desde las concepciones míticas hasta las modernas. El interés se central en los factores que confluyen en el cambio de concepción del mundo obrada por Copérnico.
Su trabajo más conocido, traducido a muchas lenguas y del que se han hecho mulchas ediciones es The Structure of Scientific Revolutions (La Estructura de las Revoluciones científicas). Publicado en inglés 1962 (hace 50 años), es un ensayo breve sin notas a pie de página. Como una reflexión personal provocadora. Posteriormente, en 1970, salió a la luz la 20 edición a la que añadió un postscriptum, referente a la clarificación de algunos de sus conceptos dada la polémica suscitada. La primera edición en español es de 1972 (Fondo de Cultura Económica, México) y aún se hacen reediciones.
Un trabajo menos conocido pero muy sugerente es La Historia de la Ciencia (publicado en 1968, como un capítulo de la International Encyclopedia of the Social Sciences, vol. 14. En español, esta Enciclopedia de las Ciencias Sociales está traducida en 1979).
Una publicación de la que hablaremos más adelante y que clarifica muchas de sus ideas es: Lógica del descubrimiento o psicología de la investigación (Lakatos y A. Musgrave, edit. (1970), en español, La crítica y el desarrollo del conocimiento, 1975, Grijalbo, Barcelona).
También es clarificador su ensayo Segundos pensamientos sobre paradigmas (Suppe edit.1974, en español, 1979: La Estructura de las Teorías científicas, UNED, Madrid, 1977). Una recopilación de artículos de Kuhn se encuentra en: The essential Tension (1977). En español, La Tensión Esencial se publicó en 1982 (Fondo de Cultura Económica, México).
El pensamiento de Kuhn sobre la ciencia y el método científico
Kuhn expuso su modelo sobre la ciencia y el método científico en su obra más emblemática, La Estructura de las Revoluciones Científicas. Sin embargo, algunos autores opinan que es necesario reconocer que ha habido, al menos, dos etapas en la vida de Thomas S. Kuhn: antes y después de la famosa Postdata: 1969 (incluida al final de la edición española del libro citado).
Algunos de los críticos de Kuhn afirman que éste abandonó muchas de sus tesis principales a partir del seminario de Bedford College (1965) tal como se expresa en la citada Postdata: 1969. Tras ella, vendrían sus Segundos pensamientos sobre los paradigmas (1974) y The Essential Tension (1977).
Sistematizar en unas cuantas frases el pensamiento de un filósofo que ha invertido muchos años a perfilar, retocar y justificar sus planteamientos, es una tarea imposible. Aún así, intentaremos en este apartado diseñar los andamiajes esenciales de su pensamiento.
Repito en este lugar, que mi planteamiento personal no es aséptico. No oculto mi interés por las ideas kuhnianas que, desde mi punto de vista, poseen un mayor poder explicativo de muchos procesos de desarrollo científico que las de los otros autores. Aún así, dejo a la libertad de cada cual poder asumir la postura que crea más conveniente.
El “primer Kuhn”
Para el primer Kuhn, el de La Estructura de las Revoluciones Científicas, el progreso científico tiene un marco muy bien descrito. Para Kuhn, los investigadores y los científicos han tenido dos “ritmos” de innovación y de producción científica: el ritmo que él mismo denomina de “ciencia normal” y el de la “ciencia extraordinaria” (en la cual se dan las revoluciones científicas). Los conceptos de estadio de ciencia normal, de ciencia extraordinaria y de revolución científica, pese a su carácter discutible, han pasado ya al patrimonio común de los filósofos de las ciencias y también de los científicos.
Si se desea un breve resumen, el modelo epistemológico del primer Kuhn, -el más genuino- se puede sistematizar en siete puntos:
1. Ciencia normal-ciencia extraordinaria: El primer punto se refiera a la introducción de un concepto polémico: el concepto de ciencia normal se contrapone al de ciencia extraordinaria. Contrariamente a lo que se piensa, Kuhn dedica muchas páginas a justificas lo que es la ciencia normal; y es precisamente este concepto por el que fue más criticado por Popper y los popperianos.
Para Kuhn, en los laboratorios, universidades y demás centros científicos (tanto de ciencias de la naturaleza como de ciencias sociales) se hace lo que él denomina como ciencia normal. Pero ¿qué es la ciencia normal? El siguiente texto, situado al inicio de su obra más conocida, La Estructura de las Revoluciones Científicas expresa bien su pensamiento: “En este ensayo, “ciencia normal” significa investigación basada firmemente en una o más realizaciones científicas pasadas, realizaciones que alguna comunidad científica particular reconoce, durante cierto tiempo, como fundamento para su práctica posterior” (capítulo II, pág. 33).
Y más adelante: “La ciencia normal, (…) es una empresa altamente acumulativa que ha tenido un éxito eminente en su objetivo, la extensión continua del alcance y la precisión de los conocimientos científicos” ( La Estructura de las Revoluciones Científicas, cap. VI, pág. 92).
Un elemento esencial de la ciencia normal es que ésta es compartida por un grupo respetable de investigadores que asumen esos conceptos, reglas y métodos. Este grupo, recibe el nombre de comunidad científica y es la protagonista del quehacer de la ciencia.
El concepto de “ciencia normal” fue criticado duramente por otros filósofos de la ciencia. Y a esta polémica aludiremos más adelante. Baste con saber que, para Kuhn, durante los períodos “largos” de la historia de la ciencia, los investigadores se han apoyado en los contenidos, principios y reglas metodológicas compartidas. Por lo general, el trabajo que realizan los científicos se reduce a resolver algunos de los problemas (o enigmas) que suele presentar la ciencia normal. Pero los científicos no pueden ni quieren en absoluto destronar el estado actual de la ciencia.
4. Enigmas que resolver: La tarea de la comunidad científica, que investiga dentro de un paradigma, es resolver las preguntas problemáticas, los enigmas que se van presentando. De este modo, un paradigma va siendo progresivamente precisado y ampliado, corregido y matizado. Esto lleva -irónicamente- no a su consolidación sino hacia su paulatino debilitamiento. Así ocurrió con la astronomía ptolemaica. Esta es cada vez más compleja con el objeto de poder “salvar los fenómenos”, explicar de modo racional e hipotético los enigmas que presenta la realidad natural.
Esta intuición kuhniana nace de su conocimiento de la historia de la ciencia. Veamos unos textos: “Cuanto más exacto y comprensivo es un paradigma, tanto más sensible se vuelve como indicador de anomalías, dando así ocasión a un cambio de paradigma” ( La Estructura de las Revoluciones Científicas, cap. VI, pág. 111). “Para ser aceptada como paradigma, una teoría debe parecer mejor que sus competidoras; pero no necesita explicar y, en efecto, nunca lo hace, todos los hechos que se puedan confrontar con ella” ( La Estructura de las Revoluciones Científicas, cap. II, pág. 44).
Y otros textos más: “Estas transformaciones de los paradigmas de la óptica física son las revoluciones científicas y la transición sucesiva de un paradigma a otro por medio de una revolución es el patrón usual de desarrollo de una ciencia madura” ( La Estructura de las Revoluciones Científicas, cap. II, pág. 36). “Una de las cosas que adquiere una comunidad científica con un paradigma, es un criterio para seleccionar problemas que, mientras se dé por sentado el paradigma, puede suponerse que tiene soluciones” (La Estructura de las Revoluciones Científicas, cap. IV, pág. 71).
Desde el punto de vista de la sociología y de la psicología de la ciencia, la crisis es de ordinario la condición previa para la sustitución del modelo explicativo antes vigente.
5. Cambio de paradigma: Pero ¿como se produce el reemplazamiento de un paradigma por otro? Kuhn tiene muy claras las ideas: “Una vez que una teoría científica ha alcanzado el status de paradigma, no será declarada inválida mientras no haga acto de presencia otro candidato que pueda ocupar su lugar”. (La Estructura de las Revoluciones Científicas, cap. VIII, pág. 128). Por tanto, un paradigma no cae para que otro emerja. La condición necesaria es que aparezcan interpretaciones alternativas a la tradicional que expliquen de modo más simple y complexivo el enigma que se propuso. Veamos otro texto: “El rechazar un paradigma sin reemplazarlo por otro, es rechazar la ciencia misma. Ese acto no se refleja en el paradigma sino en el hombre. De manera inevitable, será considerado por sus colegas como “el carpintero que culpa a sus herramientas” (La Estructura de las Revoluciones Científicas, cap. VIII, pág. 131). La decisión de rechazar un paradigma siempre lleva consigo la decisión de adoptar otro nuevo y el juicio que condice a tal decisión implica la comparación de ambos paradigmas con la naturaleza y entre sí.
6. Sustitución revolucionaria: Ya hemos visto que el proceso es el de sustitución. Pero ¿qué ritmo tiene esa sustitución? Kuhn es muy claro en este punto: la sustitución de un paradigma por otro no es un proceso gradual, lento, poco a poco. Es una sustitución llamémosla sin ambages “revolucionaria”; esto es, violenta, súbita, radical. “Los episodios extraordinarios en que tienen lugar esos cambios de comportamientos profesionales son los que se denominan en este ensayo revoluciones científicas (…) Parece como si toda la comunidad de expertos se trasladase de repente a otro planeta, en el que los objetos conocidos se presentan bajo una nueva luz y otros desconocidos se asocian a ellos” ( La Estructura de las Revoluciones Científicas, capítulo I, pág.27).
Y más adelante: “La transición de un paradigma en crisis a otro nuevo del que pueda surgir una nueva tradición de ciencia normal, está lejos de ser un proceso de acumulación, al que se llegue por medio de una articulación o una ampliación del antiguo paradigma. Es más bien una reconstrucción del campo, a partir de nuevos fundamentos, reconstrucción que cambia algunas de las generalizaciones teóricas más elementales del campo, así como también muchos de los métodos y aplicaciones del paradigma” (La Estructura de las Revoluciones Científicas, cap. VIII, pág. 139)
Aquí podría encontrarse el núcleo esencial del pensamiento de Kuhn: el desarrollo científico no se debe solo ni exclusivamente a la aplicación sobre los problemas de la naturaleza unas reglas metodológicas de investigación. Existen enigmas en la naturaleza que se han abordado desde otras perspectivas. Por tanto, las teorías científicas decididamente nuevas no nacen por verificación (como decían los positivistas e inductivistas), ni por falsación (como dice Popper) sino por sustitución (sumamente penosa y compleja en cada caso, con elementos psicológicos y sociológicos) del modelo explicativo (matriz disciplinar, paradigma) antes vigente por otro nuevo. A este proceso de las ciencias de la naturaleza, que no es simplemente irracional, pero tampoco totalmente racional, se llama “cambio de paradigma”.
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¿Hay un “segundo” Thomas S. Kuhn?
Como se dijo más arriba, hay autores que han querido ver “otro” Kuhn diferente a partir del enfrentamiento con Popper en 1965, con ocasión del Seminario de Bedford College. Esto, según aquéllos, llevó a Kuhn no solo a clarificar su postura sino incluso a modificar su posición. Desde entonces, Kuhn es más cauto en el uso de la palabra mágica (paradigma) que es sustituida por la de matriz disciplinar.
Esa matriz disciplinar está formada por tres elementos: las llamadas “generalizaciones simbólicas”, que se refieren a los componentes formales de la matriz disciplinar; los “modelos”, que son guías para la investigación; y los “ejemplares” o problemas concretos y los “valores compartidos” por los científicos.
En esta ponencia, reproducida después en La Tensión Esencial (1977), Kuhn hace una distinción interesante entre “descubrimientos predichos por la teoría” y “descubrimientos predichos fuera de la teoría”. Los primeros petenecen a las unidades del modelo y los segundos a los llamados “enlaces” o “puentes” que se establecen entre dos matrices disciplinares sucesivas. Kuhn intenta especificar cuáles son los factores objetivos que pueden servir de criterio para discernir entre una buena teoría y una teoría científica rechazable. Las cinco características propuesta por Kuhn son las siguientes:
“Primero, una teoría debe ser rigurosa dentro de su dominio, es decir, las consecuencias deducibles de la teoría deben estar en demostrado acuerdo con los resultados de los experimentos y observaciones existentes. Segundo, una teoría debe ser consistente, no solamente internamente o consigo misma, sino también con otras teorías aceptadas actualmente y aplicables a aspectos de la naturaleza relacionadas con dicha teoría. Tercero, debe tener un amplio campo de aplicación: en primer lugar, está designada para explicar observaciones particulares, leyes o subteorías. Cuarto, y estrechamente relacionado, debe ser simple, introduciendo orden a los fenómenos que en su ausencia estarían aislados individualmente y, en conjunto, confusos. Quinto, un punto algo menos convencional, pero de especial importancia para las decisiones científicas efectivas, una teoría debe ser fructífera respecto a nuevos descubrimientos de investigación, esto es, debe revelar nuevos fenómenos o relaciones anteriores no señaladas entre aquellas ya conocidas”.
Existe, como se ve, un significativo acercamiento a muchas de las grandes tesis de Popper. Por su parte, Karl Popper en su ponencia, La Ciencia normal y sus peligros, acepta el concepto general de lo que Kuhn describe como “ciencia normal”. Pero en sus palabras se desliza el miedo a las consecuencias que este concepto kuhniano pueda tener. Popper precisa que la ciencia es un edificio; pero apunta que el científico lo mejora sin destruirlo. Como buen conservador, Popper no cree en “revoluciones”, en cambios violentos. Llega a decir que el científico “normal” descrito por Kuhn es una persona a quien hay que tener pena. Ningún científico honesto considera que hace “ciencia normal”.
También critica Popper el concepto de “enigma” kuhniano. Lo que para Kuhn es un “enigma”, debe considerarse como un “problema” científico que se puede resolver con una adecuada metodología. Popper acusa a Kuhn de haber leído su libro “Lógica de la Investigación Científica” con ideas preconcebidas, con prejuicios. La tarea del científico es la de resolver (tratar racionalmente) los problemas que la naturaleza nos propone. Popper insiste que un paradigma es más bien un programa de investigación (y aquí recoge este término de Lakatos) que una teoría dominante, y que la lógica de Kuhn es la lógica del Relativismo Histórico.
En otra de las intervenciones del seminario de Bedford College, la profesora Margaret Marterman se refiere al concepto kuhniano de paradigma (su ponencia se titula La naturaleza del Paradigma). Analiza este concepto en Kuhn y para ello parte de 4 puntos: el primero de ellos es reconocer la dificultad del mismo Kuhn para definir lo que es un Paradigma. Una lectura atenta de sus obras lleva a la conclusión de que existen hasta 21 definiciones diferentes de lo que es un paradigma. Por tanto, este concepto es problemático en la misma epistemología kuhniana. En segundo lugar, la originalidad de Kuhn estriba en que la descripción que este hace de lo que es un paradigma es más sociológica que filosófica. Es un concepto funcional que, en su opinión, tiene una operatividad multiusos. Es más: Mastermann opina que no tiene contenidos. Puede funcionar aunque no haya teoría filosófica que lo sostenga.
El tercer punto de la ponencia de la profesora Margaret Mastermann se refiere a la centralidad del papel de la ciencia normal. ¿Es esta central o es accesoria en todo el edificio epistemológico de Kuhn? El mismo Popper había reconocido en esta el concepto más importante y problemático. ¿Es este el punto débil del edificio kuhniano?
El cuarto punto problemático es e carácter ontológico de los paradigmas. ¿Son éstos imágenes metafísicas, ideales, irreales, teóricas del mundo? ¿Tienen los paradigmas base real? ¿Representan una imagen concreta, palpable, experimentable, positiva de la naturaleza? Este punto es de gran relevancia, por cuanto está muy relacionado con la construcción social de las imágenes racionales del mundo, que es el objeto de la ciencia. Evidentemente, he aquí un problema abierto para el cual, con frecuencia, es muy difícil decantarse racionalmente por una postura. En nuestro caso, apostamos por la tesis de que la ciencia es una construcción social y paradigmática de la naturaleza que propone imágenes racionales del mundo. Al menos es la postura que proponemos modestamente en este libro sin descalificar las demás opciones epistemológicas que son también coherentes.
Por su parte, el filósofo y educador Stephen Toulmin (al que nos referiremos más adelante) se pregunta: ¿Es adecuada una distinción entre ciencia normal y ciencia revolucionaria? Toulmin, coherente con su epistemología “darwinista”, pone en cuestión muchos de los conceptos básicos kuhnianos. En esta posición se ha de reconocer que es consecuente con sus concepciones darwinistas de la generación de conocimiento científico, de las que diremos algunas ideas enseguida. Afirma Toulmin que el concepto de paradigma de Kuhn no tiene nada de novedoso. Es equivale al concepto de “presuposiciones absolutas” de Collingwood. Por ello, cree que las llamadas pretenciosamente revoluciones kuhnianas no son realidades históricas y absolutas, sino puramente “nombres” (etiquetas) dados a cambios de ritmo en los procesos de la ciencia y que, en el fondo, son procesos más rápidos pero no por ello discontinuos sino continuos.
El profesor de la Universidad de Cornell, L. Pearce Williams dio su opinión en su ponencia Ciencia Normal, Revoluciones Científicas e Historia de la Ciencia. Para él, el concepto kuhniano más justamente criticado no es el de revolución científica sino el de ciencia normal. Con la historia de la ciencia en la mano: ¿se puede decir que ha existido ciencia normal? ¿tiene alguna base histórica la aceptación de largos períodos de ciencia normal en el desarrollo del pensamiento científico?
Tal vez, en su opinión, esta es la divergencia fundamental entre Popper y Kuhn. Para Popper, la ciencia siempre está en un estado de revolución, de cambio, de innovación. Para Kuhn, sin embargo, la revolución científica es un hecho aislado, puntual, localizado históricamente, separado del siguiente por largas etapas de ciencia normal. Ambos hechos se proponen por Kuhn como hipótesis sin contrastar por la realidad de la historia de la ciencia. Por ello, Williams aboga por iniciar un proceso de investigación histórica a fondo para procurar acotar qué cosa es una revolución científica.
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Para Lakatos, el Falsacionismo metodológico sofisticado ofrece nuevos patrones para la honestidad intelectual. De los empiristas heredó la determinación de aprender principalmente con la experiencia; de los kantianos, el enfoque activista de la teoría del conocimiento; de los convencionalistas, la importancia de las decisiones en metodología. El falsacionismo metodológico sofisticado sustituye el concepto de Teoría (como concepto de descubrimiento) por el de serie de teorías. Esta continuidad avala la ciencia y es un verdadero programa de investigación.
La intervención de Paul Feyerabend
Otro de los filósofos de la ciencia invitados al Seminario de Bedford College de 1965, es el polémico anarquista Paul Feyerabend. Su ponencia se tituló Consolando al especialista. En ella critica a Kuhn por su supuesta ambigüedad. Critica la función de la llamada ciencia normal como “presupuesto necesario” para las revoluciones científicas. Para Feyerabend, no se sabe si Kuhn descubre la realidad o da unas orientaciones metodológicas. ¿Tienen realidad ontológica los paradigmas? ¿Son simplemente artificios metodológicos para explicar la realidad? Feyerabend no ve con claridad que las revoluciones sean deseables. Es claro que hay cambios científicos que ocasionan un cambio de paradigma. Pero las revoluciones no se dan en la realidad, sino que son simplemente una “transferencia de Gestalt”, una reestructuración cognitiva que no tiene correspondencia directa con la realidad.
La postura de Feyerabend sobre el llamado progreso de la ciencia es claro. No se puede decir que un cambio en las concepciones científicas, en los paradigmas, sea un cambio “a mejor”. Es decir, que en la ciencia haya una línea de progreso. Para este autor, los paradigmas emergentes antes y después de una revolución científica tienen una característica esencial: son inconmensurables (es decir, no se pueden comparar entre sí porque son cambios cualitativos y no cuantitativos). Feyerabend añade al modelo kuhniano otro modelo de inconmensurabilidad: el de sentidos: para él, los mundos de dos observadores son en definitiva distintos, por cuanto cada cual atribuye a la realidad significados diferentes. También difiere de Kuhn en que éste enfatiza los rasgos dogmáticos, autoritarios y tacaños de la Ciencia Normal, de modo que conduce a un “cerramiento mental” temporal. Feyerabend va a más: para él no existe como realidad la ciencia normal.
“Reflexiones sobre mis críticos”
La última de las intervenciones en el Seminario de Bedford College correspondió de nuevo a Thomas S. Kuhn con una ponencia denominada Reflexiones sobre mis críticos. En un estilo desenfadado e irónico, manifestó su ignorancia sobre ese personaje que se llamaba igual que él pero con cuyas ideas no se identificaba. En síntesis, cree que hay 5 puntos de su verdadero modo de pensar que han sido atacados y mal comprendidos y necesitan clarificación:
1. Kuhn manifestó que había sido mal entendido en su opinión sobre la metodología de la ciencia. Evidentemente se desmarca del racionalismo dogmático pero resaltó que hay que destacar el papel que tienen la historia y la sociología de la ciencia en la comprensión de los cambios científicos. Son falsas las acusaciones de historicista, relativista o sociologista. La ciencia tiene una metdología, pero no se pueden olvidar las influencias extracientíficas en la construcción de las teorías.
2. El segundo punto sobre el que Kuhn pensó que no había sido bien interpretado era sobre su concepto de Ciencia Normal, de su naturaleza y de sus funciones. Todos los que intervinieron en el Seminario (salvo Toulmin) creen en cambios bruscos en la aparición de las construcciones científicas, en lo que había llamado las revoluciones científicas. Popper habla de revoluciones permanentes en la ciencia, y que por ello lo que no tiene objeto es la ciencia normal. Kuhn insistió en la distinción entre ambas, y en su papel creativo dentro de la historia de la ciencia. A la acusación de Popper de que la ciencia normal “es un peligro para la ciencia y aun para nuestra civilización”, Kuhn responde que se limita a describir la naturaleza de la actividad científica sin emitir juicios (que se limita a los datos de la sociología y de la psicología de la ciencia).
3. El tercer punto es la clarificación kuhniana sobre los modelos de cambio científico en la historia de la ciencia. ¿Se puede demostrar, a partir de la historia de la ciencia, que ha existido en alguna ocasión Ciencia Normal? Kuhn cree en la existencia real de una ciencia normal. Si hay revoluciones es que hay ciencia normal. Y esta ciencia normal es cualitativamente diferente de la ciencia revolucionaria. Kuhn reconoce en en muchas ocasiones es difícil discriminar si hay ciencia normal o revolucionaria. Habría que preguntarse: ¿para quién?. Así, la astronomía copernicana fué revolución para todos. El oxígeno de Lavoisier, para los químicos. Es necesarioen este punto dar más importancia a la comunidad científica como unidad productora de conocimiento científico. Es necesario acudir siempre a la historia social y cultural de la Ciencia.
4. El cuarto punto clarificador se refiere a la idea kuhniana de la irracionalidad y la elección de teorías. Kuhn se siente atacado de relativista, irracional o de populista (la verdad es la verdad de la mayoría, la del consenso). A las acusaciones de Lakatos de que esta defendiendo la irracionalidad, Kuhn contesta que la etiqueta de irracionalidad es una palabra hueca. Por otra parte, ataca a Feyerabend en su terreno: la defensa de la irracionalidad por parte de Feyerabend le parece a Kuhn “absurda y obscena”. Niega que los paradigmas triunfen por una estética mística. Hay razones como la exactitud, amplitud, simplicidad, productividad y otras. La elección de una teoría es- como dice Lakatos- la elección de un programa de investigación. Son los especialistas los que aplican los valores científicos. Pero Kuhn es cauteloso para usar la palabra verdad. La palabra verdad tiene demasiado peso, demasiada tradición, demasiada filosofía tras ella. Hay que ser muy cauto a la hora de etiquetar una teoría como verdadera.
5. El quinto y último punto que necesita clarificación se refiere a la inconmensurabilidad de los paradigmas: si decimos que avanza la ciencia es porque comparamos el paradigma anterior y el nuevo y deducimos que ha habido progreso científico. Pero Feyerabend arguye: )es que los paradigmas son comparables?. Cree que son in-conmensurables (no son medibles y por ello no hay criterios de comparación entre ellos).
Kuhn diferencia dos grados de inconmensurabilidad: la de modelos y la de observaciones. En la primera de ellas, reconoce que las matrices disciplinares (paradigmas) determinan lo que es significativo como problema y por ello también como solución. Dos modelos no son fácilmente comparables. Hay también inconmensurabilidad de observaciones por cuanto los científicos trabajan con paradigmas opuestos. Desde estos, “ven” (organizan en su mente) las cosas de diferente manera. En esto coincide con la psicología cognitiva y el modelo gestáltico (global y sistémico) de acercarse a la realidad de la naturaleza. Cada ser humano repiensa la naturaleza desde posturas previas y desde concepciones del mundo que escapan a lo puramente racional y empírico.
En resumen, Kuhn se defiende diciendo que no ha sido comprendido, que Popper, Lakatos y sus críticos tienen una interpretación sesgada de su pensamiento. Como puede verse, el debate clarificador sigue abierto.
Conclusión
Puede ser discutible el que existan dos Thomas Kuhn: uno, el de La Estructura de las Revoluciones Científicas, y otro posterior a 1965, tras el Seminario de Bedford College. Personalmente me inclino por esta postura. Pero está abierta al debate. Lo que sí parece indiscutible es que, después de medio siglo, el ensayo de Kuhn de 1962, sigue vivo. Y en sociología de las religiones el uso de la epistemología kuhniana parece aún vigente.
LEANDRO SEQUEIROS SAN ROMÁN (Sevilla, 1942), es Doctor en Ciencias Geológicas, experto en paleontología de moluscos del Jurásico (Granada, 1974), Licenciado en Teología (Granada, 2000); Catedrático de Paleontología (en excedencia desde 1989). Ha sido profesor de Filosofía de la Naturaleza , de Filosofía de la Ciencia y de Antropología filosófica en la Facultad de Teología de Granada. Miembro de la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturalesde Zaragoza, Vicepresidente de Honor de la AEPECT (Asociación Española para la Enseñanza de lasCiencias de la Tierra) . Director del grupo de Granada de METANEXUS, Instituto internacional para el diálogo Ciencia-Religión.
Perfil en Bubok: http://metanexus.bubok.es/